![]() |
| Frontispicio de la exposición Eduardo Arroyo, biografía pintada |
Entre el 26 de septiembre de 2024 y el 12 de enero de 2025 se exhibe una importante exposición denominada Eduardo Arroyo, biografía pintada, en las salas del Museo de la Memoria de la Fundación CajaGranada. Es la tercera ocasión en la que podemos ver en Granada una exposición monográfica del gran pintor madrileño, fallecido en octubre de 2018.
Las otras dos exposiciones son: la que tuvo lugar en el palacio de los Condes de Gabia en 1998, titulada El exilio anterior y la celebrada en el Centro Federico García Lorca durante los meses de febrero y marzo de 2018, pocos meses antes de su muerte, Eduardo Arroyo. Granada. En la inauguración de esta última, Eduardo Arroyo comentó que solamente había expuesto en Andalucía en otra ocasión y que había sido precisamente en Granada, por lo que su segunda exposición en Andalucía también era en Granada. "Que por algo sería".
Ahora, con esta nueva muestra, ya póstuma por desgracia, tenemos la oportunidad de ver una exposición de dibujos, esculturas y lienzos, algunos en gran formato, que dan una idea muy clara de su arte. Su capacidad para apropiarse de un imaginario biográfico y el exilio hispano-francés ‒que él convierte en un "pastiche" utilizando tópicos a los que les otorga un nuevo significado, utilizando un sutil y mordaz sentido del humor‒. Son obras llenas de narrativa con varias historias encerradas a un mismo tiempo que nos obligan a detenernos durante un tiempo para su lectura completa. Espero poder hacer una entrada específica sobre esta exposición, pero entre tanto dejo el texto que preparé para la del Centro Lorca, de la que tuve la suerte de ser coordinador. Eduardo ya estaba muy enfermo, pero aún así rebosaba una vitalidad que dejó plasmada en la cariñosa dedicatoria que me hizo en el catálogo.
EDUARDO ARROYO
Granada
Hace justamente veinte años, Eduardo Arroyo visitó nuestra ciudad planteando una de las exposiciones más rotundas de las celebradas en ese año en el Palacio de los Condes de Gabia de la Diputación de Granada, espacio referencial de la modernidad y la contemporaneidad en la ciudad y en Andalucía. Aquella exposición, titulada El exilio anterior, era una muestra clara del ideario y la argumentación de los conceptos desarrollados por Arroyo a lo largo de toda su carrera creativa, especialmente el tema del exilio y autoexilio –autobiografía– personalizados en tres temas: el exilio histórico producido durante la Guerra Civil y la dictadura, el del escritor y pensador José María Blanco White y el del granadino Ángel Ganivet, que terminaría sus días ahogado en las gélidas aguas del Dvina en Riga, a los que añadir una pequeña selección escultórica dedicada a uno de los tópicos de la España prototípica de los exilios: la botella de Tío Pepe.
![]() |
| Catálogo de Eduardo Arroyo en 1998 en Condes de Gabia (Granada) |
En esta nueva exposición granadina: Eduardo Arroyo, Granada, el artista nos ofrece una rica panorámica de su obra ilustradora, especialmente la dedicada a la ciudad o a motivos vinculados a Andalucía, y una importante muestra bibliográfica de la que Arroyo es autor, protagonista o iluminador de sus páginas; creando esa suerte de narración paralela que es la imagen perdida entre cientos de hojas escritas. Nace esta exposición, precisamente, por la reciente edición de una novela escrita por el Dr. Carlos Ballesta en la que, tras la historia ficticia, se desarrolla un extenso recetario medieval, propiciado por el aspirante a cocinero del Sultán. El resultado de este trabajo son veintinueve ilustraciones originales sobre papel y en diversas técnicas que marcan aquellos puntos cumbre o capítulos de la novela del Dr. Ballesta, que aquí son expuestos en su totalidad.
A raíz de esta idea motriz de exponer la serie completa de ilustraciones para La cocina del Sultán, se desarrolla una exposición en la que el afán de toda una vida creativa por acercarse a la imprenta y al libro, por parte de Eduardo Arroyo, ha sido fundamental. En la intensa vida intelectual y bibliográfica del artista se condensan y resumen la mayor parte de las angustias y obsesiones que el creador plástico ha llevado al lienzo. Así, la generación de nuevas epopeyas a través de pequeñas historias, la apropiación del pastiche como base de elaboración de un nuevo concepto, la identidad propia y la del exiliado, el exilio en sí, son tratados en profundidad en sus textos, en los que se han escrito sobre él y, sobre todo, en los que él ha enriquecido con su mano.
![]() |
| Edición de La cocina del sultán de Carlos Ballesta con ilustraciones de Eduardo Arroyo |
La exposición Eduardo Arroyo, Granada arranca con una hoja con el leitmotiv de los pies bocabajo de Ganivet que se hunde en las aguas del Dvina, aludiendo al suicidio del escritor granadino y a su extrañación de la vida que ya lo fue la de su tierra natal. Esos zapatos con las suelas agujereadas nos hablan del viajero incansable por vocación o por obligación, pero también nos hablan del cansancio de una vida, son como un eco de las Botas de campesino de Van Gogh, en las que tantas penurias veía Heidegger en su desgaste. Ese gesto no permanece en el anonimato para Arroyo, pues junto a la serie completa de los Suicidio de Ganivet 29-XI-98, el artista también realizó Zapatos –presentados aquí como Souliers– que es una clave más en el lenguaje artístico del creador, el “pastiche”, en este caso hacia el gran pintor holandés que se rastrea con claridad en otra de las series presentes en esta exposición, la de Constantina (Tina). Tengamos en cuenta que aquí el “pastiche” no es una reproducción literal y adornista de algo ya realizado, sino la lectura premeditada de lo precedente para decodificar y recodificar la imagen y la idea en una nueva realidad temporal y social.
Constantina Pérez Martínez era la mujer de un minero de la cuenca asturiana, como Silvino Zapico, uno de los cabecillas de las huelgas obreras asturianas de 1963 –de las primeras tras la Guerra Civil– que fue duramente reprimida por las fuerzas de seguridad del Estado franquista con una violencia tal, que se llegaron a aplicar recursos medievales como el rapado de las mujeres de los huelguistas, para dejarlas señaladas a ellas y a toda la familia ante la sociedad de la época. Esta serie se abrió en su momento con la gran obra de Arroyo El Minero Silvino Zapico es arrestado por la policía: un hombre vestido de negro entra a una sala, en la que un personaje mironiano lo intenta frenar. Esa cita a Miró se trasladará a los retratos de la rapada Constantina, mediante la Bailarina española que, tocada por una peineta, va a ser la constante de la proporción y composición de la obra, mientras que el detalle de la peineta aquí será clavada directamente sobre la cabeza desnuda de “Tina” como un elemento más de tortura.
![]() |
| Constantina Martínez rapatta dalla polizia (1970) |
Otra de las series que destaca en la exposición es la denominada Waldorf Astoria que culmina con Carmen Amaya frit des sardines au Waldorf Astoria, donde relata una anecdótica historia de la bailaora gitana Carmen Amaya –que ella negó durante toda su vida– en la que ella, y toda la compañía, fueron expulsados del hotel Waldorf Astoria por haber asado varios kilos de sardinas en los somieres de las camas de las habitaciones, ante una nostalgia tópica de los sabores españoles. Un recuerdo o una evocación a aquellos Suspiros de España de Concha Piquer y la dispensa de vino español en una farmacia americana. En esta serie, la cabeza con peineta, la silueta de línea blanca, la sardina, los topos del vestido típico frente a la depurada decoración del papel pintado del hotel o el minucioso bordado del mantón de Carmen Amaya, son todo un símbolo de la propagación de los valores patrios, los tipismos, durante el franquismo y su enfrentamiento, en el momento en que la historia cobra forma pictórica bajo la tutela de Eduardo Arroyo, como son las señeras catalanas que adornan el mantón.
| Waldorf Astoria (1990) |
De las series Dictionaire impossible nos llegan cinco piezas. El Diccionario imposible es un proyecto conjunto de impresión con la casa Bordas, en el que la imposibilidad viene dada por la propia definición del proyecto que le da un cuerpo gigantesco, como es ilustrar las voces del Larousse, empresa inviable en la vida de un solo autor, pero es un frente abierto al trabajo por el hecho del disfrute personal. Aquí entra el juego del orden de las listas, de las definiciones, del conocimiento reglado, medido, pesado y contado que la Enciclopedia trajo consigo, es el origen de las libertades naturales frente al despotismo minoritario. Es, una vez más, la pasión de Arroyo por el libro y la literatura, tal como ha dejado reflejado en otros proyectos expositivos como La oficina de San Jerónimo en 2015-2016, comisariada por el propio Arroyo y Fabienne di Rocco.
La última serie de la que nos vamos a ocupar es el tríptico Granada, cuyo original es propiedad de la diputación de Granada, mientras que aquí traemos una versión al aguatinta, de gran formato, auténtico alarde técnico de las posibilidades de la reproducción artística seriada. La obra gráfica en sí, es el vehículo lógico para la edición bibliográfica y esta es una de las pasiones técnicas de Arroyo, prácticamente en todas sus disciplinas, desde la xilografía al aguafuerte. Por eso, estas piezas de gran formato y acabado exquisito nos recuerdan la presencia de otro gran personaje en la vida profesional de Eduardo Arroyo, Walter Benjamin, a través de su ensayo La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica y su particular filosofía de la historia, en la que cualquier pieza, por insignificante que sea, es importante para desentrañar la realidad histórica, destacando sobre todo su carácter trashumante y mártir en el exilio. Pues bien, en estos tres monumentales papeles impresos se reúnen los elementos “kitsch” tópicos de las peinetas, otra vez la peineta, que como una parrilla o trébede acoge todo un repertorio de forjas, abanicos, sombreros, artesanías, guitarras y las omnipresentes moscas que se recortan en silueta en las improvisadas peinetas-celosías que se sustentan sobre las bandas coloreadas de la bandera de España. Cabe pensar siempre en este juego de tipismos tópicos, en el proceso de regeneración del conocimiento propio de la cultura española, al estilo de lo que Regoyos o especialmente Zuloaga, podían mostrar. Recientemente Arroyo ha expuesto su versión de La víctima de la fiesta del pintor eibarrés y reconocemos en él esa idea de imagen constante, pero narrada de otra manera, que se convierte en un invariable castizo de la cultura española. ¿Es una mirada positiva o negativa, de esa cultura? Creemos que es una mirada analítica que refleja los fallos y las luces de una España vista desde una lejanía conceptual que intenta ser clarificadora.
Dejamos para el final dos retratos: el de Manolete, inserto en una edición de poesía dedicada por el Ayuntamiento de Madrid, en 1997, al diestro cordobés y un magnífico dibujo de 2003, a lápiz sobre papel vegetal, de Federico García Lorca, el joven poeta y autor teatral, resuelto mediante la limpia línea clara que nos muestra la capacidad y certeza técnica de Eduardo Arroyo en el dibujo, tal y como dejó claro en la monumental exposición de 2012 en el Museo del Prado, sobre El Cordero Místico de los hermanos Van Eyck [Esta obra está presente en la actual exposición de la Fundación CajaGranada] que él reinterpretó mediante sus gestos “kitsch” y “pasticheros”. Un nuevo políptico, repleto de nuevos comitentes y nuevos mártires que la sociedad contemporánea bien podría incluir ahí. Pues bien, aquí Lorca está presente traslúcidamente en su papel vegetal, como en un signo de la levedad del tiempo pasado sobre la tierra. Un nuevo mártir y un nuevo ejemplo histórico para tener en cuenta en el imaginario de la humanidad.
![]() |
| Federico García Lorca (2003) |
Se completa la exposición con la presencia de más de medio centenar de ejemplares bibliográficos que van desde la edición de lujo, seriada y numerada, a la de tapa rústica; pasando por los libros iluminados por Arroyo, a los escritos por él o sobre él. En definitiva, un homenaje a la impresión y a la difusión del conocimiento mediante el libro y las imágenes paralelas creadas por el artista, que devienen en un lenguaje equivalente, a veces jeroglífico, como ocurre en Ganivet o Blanco White. Un paseo por la vida creativa y conceptual de un artista como Eduardo Arroyo.





















